El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo han condenado la violencia en contra del expresidente estadounidense Donald Trump, tras un tiroteo que se registró el 9 de septiembre de 2024, en un campo de golf en West Palm Beach, Florida. Este incidente se produce en un contexto delicado, donde la seguridad es primordial en los discursos políticos.
Durante su conferencia de prensa matutina, AMLO mencionó que “aunque todavía no se conoce bien lo sucedido, lamentamos la violencia producida en contra del expresidente Donald Trump. El camino es la democracia y la paz”. Tanto el presidente como Sheinbaum hicieron un llamado enfático a que se respete la paz en los procesos democráticos, declaraciones que emergen en un clima electoral convulso y marcado por la tensión.
El tiroteo se produjo cuando un hombre armado con un rifle AK-47 fue detenido cerca del campo donde Trump se encontraba jugando golf; el individuo intentó escapar, pero fue arrestado por el Servicio Secreto gracias a la rápida intervención y a la colaboración de testigos. El FBI confirmó que está investigando el hecho como un aparente intento de asesinato, lo que ha provocado una fuerte preocupación sobre la seguridad del exmandatario.
Trump, tras el incidente, buscó calmar los rumores y reafirmó su seguridad ante sus seguidores: “Hubo disparos cerca de mí, pero quiero que escuches esto primero: ¡ESTOY A SALVO Y BIEN! Nada me detendrá. ¡NUNCA ME RENDIRÉ!”. Después de lo ocurrido, fue trasladado a su mansión en Mar-a-Lago.
El clima de violencia contra figuras políticas es alarmante y destaca la necesidad urgente de evaluar la seguridad en los eventos públicos. Este no es el primer incidente de este tipo que enfrenta Trump; él mismo fue víctima de otro intento de asesinato en julio, lo que ha puesto de relieve cuán crítica se ha vuelto la situación de seguridad en torno a los candidatos políticos en EE.UU.