A partir de este 2025, un nuevo capítulo se abre en la historia de las generaciones. Los nacidos desde este año no pertenecerán más a la generación alfa, sino que inauguran una nueva etapa: la generación beta. Esta designación marca un cambio simbólico en la manera de clasificar a las generaciones, adaptándose al ritmo acelerado de transformación tecnológica que caracteriza al siglo XXI.
Beta: la segunda generación digital
Desde que el concepto de generaciones comenzó a utilizarse hace más de un siglo, se ha intentado agrupar a los nacidos en períodos de aproximadamente 15 años bajo etiquetas que reflejan las características compartidas de su tiempo. Sin embargo, los beta nacen en un mundo significativamente diferente al de sus predecesores, incluso los alfa (2009-2024), con quienes comparten el alfabeto griego en la nomenclatura.
Esta nueva generación crecerá en un entorno donde la Inteligencia Artificial, la automatización y las herramientas digitales serán parte integral de su vida cotidiana desde el principio. Para ellos, estas tecnologías no serán una novedad, sino una extensión natural de su realidad: en la escuela, en el hogar, en el consumo y en su futura vida profesional.
Criados por millennials y zetas: ¿una generación más consciente?
Con padres pertenecientes a las generaciones millennial y zeta, los beta podrían recibir una educación digital más consciente y equilibrada. Estos progenitores, con experiencia en un entorno digital hiperconectado, buscarán enseñar a sus hijos a navegar responsablemente en un mundo digital lleno de oportunidades, pero también de desafíos.
El potencial de cambio social
La generación beta se enfrenta a un futuro lleno de retos, pero también de posibilidades. Siguiendo el ejemplo de sus antecesores zetas, conocidos por su liderazgo en temas sociales como el cambio climático y la equidad, los beta podrían convertirse en un motor de cambio social aún más poderoso.
Aunque todavía es pronto para definir la identidad de esta generación, las condiciones que los rodean apuntan a una infancia moldeada por avances tecnológicos, cambios culturales y una nueva sensibilidad hacia la sostenibilidad.