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10 datos sobre el otoño que debes conocer

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El otoño está por comenzar en el hemisferio norte y trae consigo cambios importantes en el clima, la naturaleza y hasta en nuestras costumbres. A continuación, te compartimos 10 datos básicos sobre esta estación:

  1. Inicio y fin: el otoño inicia el 22 de septiembre de 2025 con el equinoccio y termina el 21 de diciembre, cuando comienza el invierno.
  2. Equinoccio: durante este fenómeno astronómico, el día y la noche tienen prácticamente la misma duración.
  3. Duración del día: conforme avanza la estación, las horas de luz solar disminuyen y las noches se alargan.
  4. Clima: bajan las temperaturas, aunque en México aún se registran lluvias intensas por la temporada de ciclones.
  5. Naturaleza: los árboles de hoja caduca cambian de color y pierden su follaje para prepararse para el invierno.
  6. Agricultura: es época de cosechas como maíz, calabaza, manzana, uva y nueces.
  7. Mes más lluvioso: en gran parte del país, octubre concentra un alto número de precipitaciones.
  8. Astronomía: el cielo despejado y las noches más largas permiten observar con mayor claridad planetas y constelaciones.
  9. Tradiciones: en México, el otoño coincide con celebraciones importantes como Día de Muertos y la temporada de Pan de Muerto.
  10. Fenómenos meteorológicos: es la etapa más activa de ciclones y huracanes en el Atlántico y el Pacífico.

El otoño es, en resumen, una estación de transición que combina los últimos días lluviosos del año con la llegada de temperaturas más frescas y cielos despejados.

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HONRAR A QUIENES DESDE LEJOS TAMBIÉN CONSTRUYEN MORELOS

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Por Carolina Ruiz Rodríguez

En Morelos, miles de hombres y mujeres han tomado la difícil decisión de dejar atrás su hogar para buscar mejores oportunidades fuera de nuestras fronteras. Lo han hecho con la esperanza de ofrecer a sus familias un futuro más digno, pero también con el firme compromiso de no olvidar sus raíces. Son nuestras y nuestros migrantes: personas que, con su esfuerzo, talento y perseverancia, construyen, dan fuerza y brillo al nombre de Morelos en el mundo.

Ellos son, sin duda, embajadores del alma y el corazón morelense. Desde los campos de California hasta los talleres de Chicago, desde los restaurantes en Nueva York hasta las comunidades en Canadá, cada uno de ellos lleva consigo el orgullo de nuestra tierra y los valores que nos definen: trabajo, solidaridad y amor por la familia. Sin embargo, durante mucho tiempo su aportación no ha recibido el reconocimiento pleno que merece.

Por ello, el pasado jueves 16 de octubre presenté ante el pleno del Congreso del Estado una iniciativa para reformar la entrega de la Presea “General Emiliano Zapata Salazar” al Mérito Migrante, un galardón que, más allá del símbolo, representa una parte de la enorme la gratitud de Morelos hacia quienes nunca han dejado de pertenecer a él. Esta propuesta busca fortalecer el espíritu de este reconocimiento y adaptarlo a la realidad actual de nuestras comunidades migrantes.

La iniciativa plantea ampliar las categorías de la Presea para incluir el mérito altruista, la defensa de los derechos humanos, la promoción cultural, el impulso educativo, el emprendimiento y el compromiso comunitario y deportivo. En pocas palabras: reconocer la diversidad de formas en que las y los migrantes contribuyen al bienestar común. No solo se trata de quienes envían remesas —que son vitales para nuestra economía—, sino también de quienes organizan redes de apoyo, preservan nuestras tradiciones o luchan por los derechos de los demás.

Asimismo, propusimos reforzar la transparencia del proceso, estableciendo que no podrán participar funcionarias o funcionarios públicos ni familiares directos de las y los diputados en funciones. La Presea debe ser un símbolo de mérito ciudadano auténtico, libre de intereses políticos, otorgado únicamente a quienes representan el espíritu de esfuerzo y solidaridad que encarna el General Emiliano Zapata Salazar.

Reconocer a nuestras y nuestros migrantes no es un gesto protocolario: es un acto de justicia. Es afirmar que Morelos no termina en sus límites geográficos, sino que se extiende allá donde un morelense trabaja, canta, enseña o emprende. Es recordar que nuestra historia está hecha también por quienes, desde lejos, siguen sosteniendo a sus familias, apoyan a sus comunidades y defienden los ideales de libertad y dignidad que dieron origen a nuestra tierra.

El Día del Migrante Morelense y su Familia, que celebramos cada 15 de diciembre, es una fecha para mirar con orgullo y agradecimiento hacia quienes han convertido la distancia en un puente de amor. Que esta reforma sea también un puente institucional: un compromiso permanente del Congreso de Morelos con la justicia, la inclusión y el reconocimiento de quienes nunca han dejado de ser parte de nosotros.

Porque cada migrante morelense lleva en el corazón un pedacito del alma de nuestra tierra, y nosotros tenemos el deber de recordarle que no está solo. Morelos los reconoce, los honra y los abraza.

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VIOLENCIA CONTRA MIGRANTES: UNA HERIDA QUE EL MUNDO NO QUIERE VER

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Por Carolina Ruiz Rodríguez*

El fenómeno migratorio se vuelve cada vez más complejo, tanto para su análisis como para quienes lo viven. Miles de personas dejan atrás su hogar, su historia y su entorno para buscar muchas veces desde cero una oportunidad de vida en otro destino.

Existen distintos tipos de migración, pero las más reconocidas son la interna y la internacional. La primera ocurre cuando alguien se muda a otro municipio, estado o región dentro de su propio país; la segunda, cuando se cruza una frontera hacia una nación distinta.

Con frecuencia también se confunden los términos emigrante, inmigrante y migrante. El primero es quien se va de su lugar de origen; el segundo, quien llega a establecerse a otro sitio; y el tercero, un término general que engloba ambos procesos.

Las causas que impulsan la migración son múltiples: pobreza, violencia, persecución, desastres naturales o falta de oportunidades. Pero hay algo común en casi todas las historias de desplazamiento, voluntario o forzado, interno o internacional: las personas migrantes enfrentan diversos tipos de violencia.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la ruta más peligrosa del mundo es la que cruza el Mediterráneo, entre África y Europa. En el continente americano, la más riesgosa es la ruta México–Estados Unidos. En ambos trayectos, los migrantes están expuestos a tortura, violencia física, detenciones arbitrarias, muerte, secuestro, explotación sexual, extorsión, trata, esclavitud, extracción de órganos y expulsiones colectivas.

Gran parte de estos abusos provienen de grupos criminales locales e internacionales. Sin embargo, la propia ONU advierte que también hay funcionarios públicos como policías, militares o agentes fronterizos implicados en muchos de estos atropellos.

En estos momentos la situación más complicada de violaciones a los derechos humanos fundamentales, sin duda, se vive en los Estados Unidos. En este país agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, sobre todo, cometen excesos que cuestan vidas de migrantes, en su mayoría, de origen latino. Lo peor es que solo atienden indicaciones.

Bram Frouws, director del Centro Mixto de Migración, que es una organización que se dedica a investigar y analizar los complejos flujos de personas con diferentes motivos y situaciones migratorias, lo resume con crudeza:

“Sean quienes sean, cualquiera que sea su categoría, quienes cometan abusos contra migrantes deben rendir cuentas. Sin embargo, gran parte de esto sucede en una situación de impunidad casi total”.

“Sean quienes sean, cualquiera que sea su categoría, quienes cometan abusos contra migrantes deben rendir cuentas. Sin embargo, gran parte de esto sucede en una situación de impunidad casi total”.

Esta impunidad es inaceptable. Es urgente que países tradicionalmente de tránsito como el nuestro, fortalezcan los mecanismos de protección a migrantes, garanticen su visibilidad, sean inclusivos, brinden acceso a servicios básicos y les ofrezcan seguridad durante su paso o estancia.

La migración es un derecho humano, no es un delito. Tampoco debe criminalizarse. Es una oportunidad que muchos buscan para una mejor vida. Mientras sigamos permitiendo que la violencia y la impunidad sean parte del camino, seguiremos fallando como sociedad y como humanidad.

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GUATEMALA Y MÉXICO: MIGRACIÓN MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS

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Por Carolina Ruiz Rodríguez*

En México, gran parte de la política migratoria se define por la relación con nuestro vecino del norte, los Estados Unidos de América. La razón no es menor: de los casi 12.5 millones de migrantes mexicanos en el mundo, se estima que 10.92 millones radican en ese país.

Esta cifra coloca a México como el país con el mayor número de inmigrantes residentes en los Estados Unidos, superando incluso a India y China juntos, de acuerdo con datos del Migration Policy Institute (MPI, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, la situación es muy distinta para otros países, especialmente para aquellos que ven en México no solo un lugar de tránsito, sino también un destino.

Por la vecindad con nuestro país, y a propósito del anuncio de la expansión del Tren Maya y del Tren Interoceánico hacia Guatemala, resulta relevante observar cómo se analizan y registran las cifras migratorias en aquella nación.

El destino natural de la migración guatemalteca ha sido históricamente Estados Unidos, donde residen aproximadamente 1.25 millones de connacionales. No obstante, ante el endurecimiento de las políticas restrictivas en ese país, la situación ha cambiado.

El flujo migratorio entre Guatemala y México siempre ha sido intenso: en un mismo día una persona puede cruzar la frontera varias veces por motivos laborales, familiares o comerciales. Esto convierte a ambos países en espacios de origen, tránsito, destino y retorno de migrantes.

En la lectura de sus cifras, los analistas migratorios guatemaltecos consideran tanto la salida de connacionales hacia Estados Unidos como hacia México, así como los retornos desde ambos países.

Por ejemplo, según datos del analista Fernando Castro Molina, desde el inicio del segundo periodo de Donald Trump hasta la fecha, han retornado a Guatemala 34 mil 959 migrantes provenientes de Estados Unidos y México, cifra menor a la registrada en 2024.

De ese total, 30 mil 323 fueron deportados desde Estados Unidos: 29 mil 416 adultos, 776 menores acompañados y 131 menores no acompañados. Desde México, en el mismo periodo, retornaron 4 mil 636 guatemaltecos: 4 mil 170 adultos, 139 menores acompañados y 327 menores no acompañados.

Un grave problema que enfrentan los retornados es que regresan en condiciones de pobreza o pobreza extrema. Muchos de ellos, para costear su viaje hacia Estados Unidos, vendieron sus propiedades o las entregaron a prestamistas a precios irrisorios.

Ante esta dura realidad, un número creciente de migrantes guatemaltecos deportados desde Estados Unidos prefieren establecerse cada vez más en México.

De acuerdo con datos oficiales, en 2020 había cerca de 57 mil guatemaltecos residiendo en nuestro país. Para 2025, la cifra se aproxima a los 100 mil, lo que significa que en apenas cinco años prácticamente se duplicó. Cabe señalar que buena parte de esta población se encuentra en situación irregular.

La mayoría de nuestros hermanos guatemaltecos se asientan en el sureste mexicano, principalmente en Chiapas, Campeche y Quintana Roo, donde las condiciones laborales y de integración social suelen ser limitadas.

La migración no es solo un fenómeno de números o estadísticas, sino de personas con historias, sueños y derechos. México y Guatemala comparten lazos históricos y culturales que deben reflejarse también en una política migratoria humana y solidaria. Reconocer esta realidad y atenderla con responsabilidad es una tarea ineludible si queremos construir una región más justa y fraterna.

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