Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en la adolescencia representan un problema de salud pública que va en aumento. Si bien su detección temprana es fundamental, el reto más importante sigue siendo la prevención, especialmente en un entorno donde la presión social, los estándares de belleza y la exposición digital influyen en la forma en que las y los jóvenes perciben su cuerpo y su alimentación.
Comprender antes de intervenir
La adolescencia es una etapa marcada por transformaciones físicas, emocionales y sociales. En este proceso, la construcción de la identidad y la autoimagen puede volverse vulnerable, especialmente cuando existe una necesidad de aceptación o una autopercepción negativa.
Prevenir un trastorno alimentario no se trata solamente de vigilar lo que comen los adolescentes, sino de construir un entorno en el que puedan desarrollar una relación equilibrada con su cuerpo, sus emociones y la comida. Para lograrlo, es importante actuar desde distintos frentes: el hogar, la escuela y el entorno digital.
¿Qué pueden hacer madres, padres y personas cuidadoras?
Fomentar una imagen corporal positiva: Evitar comentarios sobre el peso o la apariencia, propios o ajenos, y centrarse en cualidades no físicas. Hablar abiertamente sobre la diversidad corporal también ayuda a contrarrestar estereotipos.
Promover hábitos saludables sin obsesión: En lugar de imponer dietas o prohibiciones, es más útil enseñar sobre alimentación equilibrada, respetar el hambre y la saciedad, y dar ejemplo con el propio comportamiento.
Evitar recompensas o castigos con comida: Asociar alimentos con premios o castigos puede distorsionar la relación con la alimentación.
Abrir canales de diálogo: Escuchar sin juzgar y crear espacios donde las y los adolescentes puedan expresar lo que sienten, incluyendo inseguridades o presiones externas.
Observar cambios emocionales y conductuales: Aunque no siempre se relacionan directamente con la alimentación, el aislamiento, la irritabilidad o el perfeccionismo excesivo pueden ser señales de malestar emocional.
En espacios como Senda Bienestar, es posible encontrar orientación especializada en nutrición, psicología y salud emocional, que permite abordar los trastornos alimentarios de manera integral y oportuna.